viernes, febrero 27, 2009
Los animales tienen siempre, o casi siempre, una metafísica inalcanzable. De este hecho, estoy más que convencido. En sus miradas uno puede descubrir que existen cosas vedadas para nosotros, pero no para ellos. Su forma, inexpugnable, de reconocer el mundo los ha dotado de una manera especial de verlo, de enfrentarlo. De hecho, ponerse a pensar, una o dos veces atentamente en sus actos, nos abre una nueva cosmovisión; entonces, quizá revisaríamos ese insulto común entre nosotros: no te comportes como un animal.
A los hechos me remito. Hace algún tiempo fuimos testigos de un acto execrable. Un auto había chocado en la vía expresa de Lima, inmediatamente, algunas personas se acercaron hacia los heridos. La mayoría pensábamos que para socorrerlos, pero no. Se habían acercado para robar a los moribundos. Poco después fuimos testigos de otro hecho, por suerte, en las antípodas del anterior. En una pista de alta velocidad en Chile, un perro fue atropellado. Una cámara registra el momento: otro perro sortea los autos y llega hasta donde el can herido, lo coge del cuello y lo arrastra hacia un costado de la pista para que no lo vuelvan atropellar. El perro arriesga la vida por otro perro.
Tendríamos entonces que repensar ese insulto tan común, quizá cambiarlo por uno que esté más cercano a la realidad: no te comportes tanto como un ser humano.
Pd: Perdonen que la fuente de un video sea Panorama y del otro un programa periodístico de Panamericana; perdonen.
viernes, enero 25, 2008
GATOS Y BIGOTES
viernes, diciembre 28, 2007
LAS NAVIDADES QUE TE EXTRAÑAN
jueves, diciembre 06, 2007
CUENTITOS DIMINUTOS
Cansado de andar se puso a descansar; al despertar, ya no había camino.
Y el rostro soñado, no solo era un sueño; era la figura ideal, era el sublime soportable. Lo miró, lo miró hasta hacerlo borroso.
- Era mejor no haber ido.
- Sí, era mejor.
- Era mejor que no te hubieras acercado.
- Sí, era mejor.
- Y entonces -, replicó amarga su voz.
- La soledad, la soledad y yo.
Los reflejos de la espalda no eran una sombra, eran solo reflejos fulgurantes, atractivos, sublimes, horrorosos. Él persiguió la espalda. Cuando la espalda volteó, se encontró con él mismo.
Hasta ahora ha sufrido dolores, decepciones, frustraciones de todo orden. Lo que no sabe es que apenas son un pudoroso avance de lo que le espera: solo un anticipo en su vida.
Fernando Manuel caminó largo por la berma, pensando en si mismo, tratando de convencerse de que vale la pena equivocarse. Caminó hacia el café de siempre, “Café-café”, era el único lugar donde se atrevía a dejar de pensar. Ese día fue uno de los pocos en los cuales no pudo realizar su cometido, se sintió más infeliz que de costumbre. Antes, por la mañana, no pudo más con el destino y conoció a Manuela Fuentes; el corazón se le partió en pedazos, del sueño paradisíaco pasó a la más terrible de las realidades. Se dió cuenta, a la mala, de que Manuela, su Manuela, era de carne y hueso.