lunes, julio 23, 2007

CUANDO UNA CIUDAD SE VA...



Uno vuelve a la ciudad donde creció, o donde lo nacieron, y encuentra siempre las mismas calles, los mismos rostros, sí, es verdad, hagan la prueba. El tiempo no pasa tan rápidamente como pensamos. Regresamos y están ahí, parece que las ciudades hacen o rehacen sus propios rostros. Las calles son las mismas, aunque parezca que hayan cambiado, así aumente la gente, o los edificios, o los negocios, o encuentren un nuevo puente o una nueva edificación, si uno mira atentamente es lo mismo.
Pero siempre hay algo que se ha perdido, es como si el aire ya no fuera el mismo, el de los años mozos, el de los primaverales, el aire se siente distinto y, entonces, uno piensa que irremediablemente algo se ha perdido, se ha acabado. Y es que ya no están los rostros, las formas de quienes fueron nuestro verdadero paisaje. Ya no están los rostros prístinos de los amigos de los juegos inocentes, esos que uno jugaba porque sabía que no iba ganar pero tampoco perder, juegos importantes los de aquellas épocas. Ya no está el rostro de la primera niña a quien le regalamos la primera mirada de amor, ya no está, la podemos ver caminando en el mismo barrio o viviendo en la misma casa, pero no, ese rostro ya no está. Ya no está la mirada de futuro con las que nos abrazaban nuestros papás, esas miradas ya no están, han desaparecido o se han escondido como el futuro mismo.
Esos rostros, esos paisajes, están en nuestra memoria, en los recuerdos, guardados en lo más ignoto de nuestros corazones, y vanamente, desesperados, los buscamos, a veces, pocas, los encontramos, pero se van rápido, el sentimiento es fugaz, entonces, solo queda el vacío, un vacío que duele… las ciudades que queremos, inevitablemente, se van…

Pero quizá lo uno que sea, es que tú ya no eres la misma y yo sigo siendo el mismo…

1 comentario:

JARANOVICH dijo...

Cuanta nostalgia, hermano Pablo!
Particularmente me ha sucedido cada vez que retorno a La Incontrastable. Pareciera que todo está intacto como la última vez, pero nadie puede luchar contra la inexorabilidad del tiempo.
Saludos,